domingo, 29 de marzo de 2009

Los experimentos más hermosos

1. La imposible doble rendija de Thomas Young

El experimento de la doble rendija de Young es el más bello de la historia de la ciencia, según los lectores de ‘Physics World’. El físico inglés Thomas Young lo llevó a cabo en 1801 para demostrar que la luz se comportaba como una onda. Pero lo increíble llegó más tarde. Los físicos recuperaron su doble rendija en el siglo XX para estudiar las leyes que rigen la mecánica cuántica. Sus conclusiones son difícilmente digeribles para una mente humana. Al disparar un electrón hacia la doble rendija se dieron cuenta de que podría atravesar una de las hendiduras o la otra. Pero el electrón también podía ‘decidir’ no atravesar ninguna. O cruzar las dos a la vez. El experimento más bello de la ciencia deja más boquiabierto que cualquier obra de arte.

2. Eratóstenes, la sombra y el tamaño de la Tierra

A mediados del siglo III antes de Cristo, el académico griego Eratóstenes no pasaba de ser un pensador de segunda fila al que sus colegas apodaban ‘El Beta’, la segunda letra del alfabeto griego, porque sus reflexiones nunca eran de primer rango. Sin embargo, fue el primer científico que midió el tamaño del planeta, más de 1.700 años antes de que Cristóbal Colón confirmara con su viaje a América que la Tierra no era plana. Eratóstenes no necesitó grandes máquinas, sólo un reloj de sol y mucha imaginación. Su experimento, como narra Crease en ‘El prisma y el péndulo’, subraya la conexión de todos los elementos del universo: la dimensión de una sombra, única y fugaz, está relacionada con el tamaño de la Tierra y con su posición remota respecto al Sol.

3. No gira el péndulo, gira el planeta entero

Gracias a la aversión a la sangre del francés Léon Foucault, el mundo perdió un cirujano pero ganó un físico excepcional. En 1851, el príncipe Luis Napoleón Bonaparte pidió a Foucault que hiciera una demostración pública de su experimento, gracias al cual la rotación de la Tierra parecía hacerse visible. El físico cumplió la voluntad del futuro emperador de Francia y colgó una bala de cañón de la cúpula del Panteón de París, mediante un cable de 67 metros. El 26 de marzo, uno de los ayudantes de Foucault puso en marcha el gigantesco péndulo. La bola de acero oscilaba en una línea recta, pero su plano de oscilación se movía muy lentamente en el sentido de las agujas del reloj. Los asistentes podían pensar que el péndulo cambiaba de dirección, pero sabían que no era así. Lo que estaban viendo era la rotación del planeta. Lo que giraba era el suelo del Panteón, eran ellos, la Tierra entera.

El péndulo de Foucault, uno de los experimentos más sencillos de la historia de la ciencia, demostró a los espectadores que no eran más que pasajeros a bordo de una pelota que da vueltas sobre sí misma por el universo.

4. Un ‘spray’ de aceite para ‘ver’ los electrones

“Quien haya visto ese experimento, literalmente ha visto electrones”, dijo el físico estadounidense Robert Millikan cuando recibió el premio Nobel en 1923. El científico había concebido un aparato con el que, mediante un ‘spray’ de aceite, consiguió medir de manera precisa la carga de un electrón, uno de los ladrillos fundamentales de la materia. Otros físicos lo habían intentado, pero sólo él consiguió hallar la unidad básica de la electricidad.

5. Un increíble hallazgo con un juguete burgués

“La más considerable revelación realizada sobre el funcionamiento de la naturaleza”, hasta enero de 1672, era, según el científico inglés Isaac Newton, un descubrimiento suyo. No exageraba. El físico y alquimista había demostrado, unas semanas antes de esa fecha, que la luz blanca, la del Sol, no era pura, sino una mezcla de rayos de colores. Su principal herramienta fue un simple prisma, utilizado por los burgueses como un juguete.

6. Al núcleo atómico con papel de aluminio

El descubrimiento de la estructura interna del átomo empezó con un sencillo experimento. El físico británico Ernest Rutherford envolvió uranio con varias capas de papel de aluminio y midió la cantidad de radiación que las atravesaba. A partir de ahí, y gracias a una cadena de ensayos, averiguó que el hasta entonces desconocido átomo está formado por un núcleo con carga positiva rodeado por una nube de electrones con carga negativa.

7. La leyenda de Galileo y la torre de Pisa

Dice la leyenda que, alrededor de 1620, Galileo lanzó una bola de cañón y otra de madera desde la torre de Pisa para demostrar a los aristotélicos que dos objetos de pesos diferentes caen a la misma velocidad. En 1971, el astronauta David Scott confirmó sus conclusiones en la Luna, dejando caer un martillo y una pluma de halcón. Ambas tocaron el suelo casi simultáneamente.

Visto en Publico.es

No hay comentarios: