jueves, 23 de abril de 2009

Sobre la tele y la estupidez

“Soy del parecer que más de la mitad de lo que hoy entendemos
por cultura popular proviene y se nutre de lo que no merece ser
visto ni oído en la televisión.”
Juan Marsé

“Jarl.”
Chiquito de la Calzada

Vaya por Dios. El mismo día en que critico a los sabios de la tele desde mi esquinita del panfleto comunista, va Marsé, maestro donde los haya, y carga contra el medio televisivo desde la imponente tribuna del Premio Cervantes.

Dice Marsé que la televisión es una mala influencia para la gente. Que los contenidos televisivos (algunos, se entiende) son dañinos. Que no educa y, por tanto, perpetúa el gilipollismo español que nos hace estar en la cola de casi todo lo importante.

Y fíjate que a mí no me lo parece. La imbecilidad de, por ejemplo, María Patiño no es contagiosa. Si ha conseguido hacer de la vacuidad su fuente de ingresos, mejor para ella. El problema no es que la sujeta esta salga por televisión; el problema, para mí, es que reviente audiencias. ¿Huevo o gallina? Marsé, está claro, apuesta por la gallina. Yo culpo al huevo.

Usar la espléndida tribuna del Cervantes para cargar contra los generadores y difusores de contenidos televisivos (que, no lo olvidemos, son empresas privadas que realizan productos de consumo libre y voluntario) me parece gastar una munición preciosa. Creo que hay cosas que contribuyen a la estupidez patria de manera mucho más determinante que los esparajismos semanales de Dónde estás corazón y compañía. Me refiero, por ejemplo, al lamentable nivel intelectual de nuestros políticos, empezando por Zapatero y Rajoy (de gente como Pepín Blanco o la políticamente difunta Magdalena Álvarez ni hablamos).

La mala televisión son las ramas en el bosque del empobrecido paisaje cultural español. Y ese bosque está habitado por ministros de educación incompetentes, consejeros disfuncionales, profesores adictos al Prozac y alumnos yonkis de la permisividad y el cansancio. Pasar de la educación, como pasan los gobiernos españoles, uno tras otro, nos garantiza varias generaciones más de cenutrios integrales. Es la educación, y no la tele, quien crea patiños.

Es un tópico, pero es cierto: toda sociedad tiene la televisión que merece. Quejarse de ello, así lo veo yo, es un esnobismo de humo.

Visto en Mi Mesa Cojea

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