jueves, 16 de abril de 2009

Sobre el futuro de las energias, o de como quizas deberiamos esperar un poco mas

La humanidad se enfrenta a un desafío fascinante por su carácter global: sustituir las fuentes de energía. La era del bienestar basado en el derroche del carbón, el gas y, sobre todo, el petróleo está pasando y la alternativa se vislumbra. En primer lugar se ha de concienciar a la población de que la curva hipotética del aumento de bienestar y la del consumo de energía divergen a partir de un cierto umbral. Aunque parezca paradójico, puede que sea más fácil convencer de esto a los habitantes de los países más desarrollados que a los de los emergentes. Los neoyorquinos le están cogiendo el gusto a la bicicleta y los pekineses están deseando tener un coche. En segundo lugar, lo que produce más excitación del reto es su carácter científico y técnico. La electricidad se ha mostrado como la forma de energía más accesible para el funcionamiento de los miles de millones de máquinas de las que nos servimos incluidas todas las que permitirán desplazarnos. Pero la electricidad hay que generarla y, a ser posible, acumularla.

Los primeros pasos que estamos dando son tímidos y, con toda lógica, trastabillando. Quizá, antes de inundar nuestros campos de paneles fotovoltaicos y de huertos de energía termosolar tendríamos que haber estudiado mejor el efecto de los fotones sobre los materiales a nivel cuántico. Se está haciendo, pero se debería poner más énfasis en la investigación que en el desarrollo. Hay que aprovechar la radiación solar mucho más eficientemente de lo que se hace hasta ahora, lo cual es seguramente posible. La instalación de molinos puede que esté llegando a su límite razonable, pero haberle arrancado al viento un 10% de la electricidad que consumimos nos ha de llenar de satisfacción. La energía hidroeléctrica llegó hace muchos años al límite que la orografía europea permite y más no se puede esperar. Las mareas pueden ayudar, pero construir bajo el mar es muy difícil. Aprovechar las olas es incierto. No hay que desfallecer, porque el ingenio humano nunca se sabe por dónde puede dar sus frutos. ¿Y la nuclear?

La energía nuclear tiene sus inconvenientes, pero supone tal conquista científica y técnica que se impondrá y sus ventajas completarán la alternativa a los combustibles fósiles. Con esas dos fauces a modo de pinza, la poderosa nuclear respaldando a las alegres renovables emergentes, iremos eliminando nuestra dependencia del carbón primero, del gas después y finalmente del petróleo. Es mucho lo que nos jugamos, y el plural se refiere nada menos que a la especie humana.


MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física Atómica Molecular y Nuclear en la Universidad de Sevilla

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