lunes, 4 de mayo de 2009

Sobre lo que quieren llamar la nueva gripe, pero se llama gripe porcina

Aunque diste de ser novedad, Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond, sigue siendo un libro tan apasionante como cuando se escribió. Es más, en estos días, con la nueva gripe, resulta de plena actualidad. Diamond se pregunta, ya en el subtítulo del libro, por qué los pueblos de Eurasia desplazaron a las poblaciones autóctonas de América, Australia y África, y no a la inversa. Encuentra la respuesta inmediata en los términos que dan título al libro. Pero según él los tres estarían directamente relacionados, en una explicación que algunos han tildado de excesivamente determinista, con la agricultura y la ganadería, que habrían sido favorecidas en Eurasia por razones ambientales (disposición de las masas de tierra firme, disponibilidad de plantas y animales potencialmente domesticables, etc.).

El contacto de hombres y mujeres con los rebaños domésticos hizo inevitable que pasaran a nuestra especie (una vez mutados) virus característicos, o exclusivos, del ganado. La elevada densidad de población humana de las sociedades agrícolas, a su vez, posibilitó que las enfermedades se transmitieran con rapidez, convirtiéndose en epidemias. Eso explica que muchas dolencias infecciosas sean relativamente recientes; según parece, el primer caso conocido de viruela se detectó en una momia egipcia de hace 3.600 años, las primeras paperas 2.400 años atrás, y la lepra hace 2.200. Cuenta Diamond, con la información disponible hace dos lustros, que el sarampión, la tuberculosis y probablemente la viruela, nos llegaron del ganado vacuno, la gripe de cerdos y patos (ahora se dice que al cerdo se la pasamos nosotros), la tos ferina de cerdos y perros, y la malaria de patos y gallinas.

Muchas de esas enfermedades causaron mortandades importantes en nuestro continente en la antigüedad, pero los euroasiáticos acabamos parcialmente inmunizados. El problema fue cuando llevamos el virus a otros lugares, donde la gente carecía de los anticuerpos adecuados. El propio Darwin se sorprendía de que marineros aparentemente sanos contagiaran enfermedades a los indígenas americanos. Los europeos estábamos usando la más poderosa de nuestras armas, los gérmenes, sin darnos cuenta.

En el mundo globalizado de hoy las enfermedades siguen pasando de los animales a los humanos, y a la inversa, como hace cinco mil años. Sólo que ahora, con frecuencia, llegan a nuestro continente desde el exterior. En México les disgusta que la nueva gripe se apode mexicana y dicen, no sin razón, que el virus es de origen eurasiático. Simplemente, lo devuelven un poco cambiado.


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